martes, 29 de septiembre de 2020

Pertenezco al otoño

Pertenezco al otoño, a la estación que me susurra todo lo perdido, que me avisa de los cambios de sentido y del comienzo de un final de etapa donde me rindo.

Mirando al horizonte ocre diviso que llueven hojas secas que caen a mis pies cansados envolviendo deseos de un camino de vientos diferentes y alfombras bordadas de un porvenir pendiente de existir.

Pertenezco a los marrones de mis ojos, lo dorado de su alma  y a ese corazón rojo que abraza la manta de antojos que me impulsa a experimentarte en un octubre rodeada de rastrojos.

Me pertenezco porque soy mía desde que me quiero. Desde mis estaciones frías, desde mis anhelos. Soy mía porque os recuerdo. Desde mi cuerpo, desde mis guías que están en el cielo, la tristeza se transforma en armonía peinando mi pelo, lento, muy lento para sentir el aliento del vacío y la evolución de mi tiempo. 
Lo lamento...

Llévate ahora mis equivocaciones y tatúame en la sien mil perdones para emprender una nueva versión de los limones mezclados con la miel.
Aprender...

Sale el sol tímido de los secretos de ayer, nubes claras de un atardecer que llega para descansar después en mi estrella del mañana. Hoy te necesito aquí, melancolía, sentirte desde mi ventana para luego cerrarla en cálidos abrazos en forma de nana desgarrada.
Estoy adaptada...

Pertenezco al mundo de emociones, a las rotondas de varias direcciones y a la psicología del no me encuentro. Porque estoy dentro de los ciclos de la vida y fuera de las mentiras de un momento. Me pertenezco sin saberlo, siempre cercana me protejo y me alejo para que el dolor del sentimiento busque los argumentos del silencio.
Me acepto.

Pertenezco al otoño porque ahí me transformo en fuego que calienta mis huesos y mutará mi piel. 
Pertenezco al otoño y siempre perteneceré.