La culpabilidad es un sentimiento que se fija en sucesos pasados y por eso es
una emoción que se aprende. Haces, dices o sientes algo que no es correcto porque
así se te ha enseñado y por tanto uno comienza a sentirse incómodo en el
momento presente. Se rompe una regla aprendida que se inculca como conductas no
apropiadas y se traslada al momento actual.
Cada ser humano de manera consciente o no, tiene un conjunto
de pautas enseñadas que marcan nuestro comportamiento. Es nuestro propio código
moral que junto con las reglas de la sociedad las adoptamos como propias. Estas
normas pueden anunciarse como: “no darás preocupaciones”, “debes ser competente o de lo contrario, no valdrás nada”, “estudiarás una carrera para tener un futuro exitoso de lo contrario no serás nada en la vida”,”debo buscar la aprobación de los demás”, “hay que buscar el
perfeccionismo”,”llorar es de débiles”, etc.
Una vez que este contenido se establece en la mente, se desarrolla
un proceso para garantizar su cumplimiento. Este sistema alarma cuando no se
cumple una de estas normas y es cuando aparece el Remordimiento como señal de aviso. Comienza el malestar después de
haber efectuado una acción que no era la aprendida. Existe una forma de culpa residual (memoria de la infancia,
por ejemplo, “papa no te va a querer si no sacas buenas notas”) que nos alerta
del no cumplimiento del código aprendido desde niños.
Un enfermo de Crohn o de Colitis Ulcerosa se siente en muchas
ocasiones culpable de su enfermedad porque piensa que va a ser una carga
para los demás y además porque se tiene una información errónea sobre el origen
de la enfermedad, como por ejemplo, que los enfermos son los que se provocan
sus brotes (“he tenido que hacer algo mal para volver a tener un brote porque
me dicen que con fuerza de voluntad, esto se cura”). Esto no es real, la causa
de la enfermedad es desconocida. Esta enfermedad es imprevisible y aparece y
desaparece como el “río Guadiana” y hasta el día de hoy es CRÓNICA. Hay
factores que pueden empeorarla como es la muerte de un ser querido, una ruptura
sentimental, la pérdida de un trabajo o cualquier acontecimiento con carga
emocional importante pero no es el
origen de ella.
Cuando no se aceptan las realidades y las consecuencias de
nuestras acciones, de forma natural se tiende a protegernos de cualquier
situación que nos produzca daño, vergüenza o dolor. Es por eso que a veces
echamos las culpas a los demás como cuando éramos niños y rompíamos algo y decíamos
que había sido el hermano o un amigo que
jugaba en esos momentos con nosotros.
Hay familiares de enfermos y enfermos que por no aceptar la
enfermedad no hacen otra cosa que culpabilizar a los de su alrededor por estar
así y chantajean una y otra vez al que tienen al lado para protegerse de la
realidad que tanto les duele. Esto se denomina Culpa Relacional, es decir, “el si tú hicieras un esfuerzo,
tuvieras la voluntad de, me quisieras, me dijeras…” es una manera de que el
otro esté pendiente de lo que uno espera y aparece la culpa de no llegar a ser
lo que se esperan de él/ella. Otros al contrario, se sienten culpables de que
su hijo/a tengan la enfermedad sin ningún razonamiento que lo sostenga ( por
ejemplo:”no le he alimentado bien”,” lo habré contagiado, estará en mis
genes…”).
También está la culpa
por compasión, es decir, sería una manera de ganar la compasión de la gente para que así estén pendientes de
uno/a: “Si no pueden entenderme y respetarme por mi mismo pues entonces les
daré pena”.
Y la culpa
auto-impuesta es la que tendemos los enfermos de EII a desarrollar cuando
se infringe alguna norma que uno mismo ha creado. Por ejemplo, el que se impone
la norma de no comer un alimento en concreto y el día que lo come siente unos
remordimientos terribles pensando que después vendrá la diarrea o el dolor de
vientre. También se piensa en que no se puede hacer ejercicio físico porque se
te pueden "romper los intestinos". Es una información totalmente irracional, sin basarse en un consejo médico o de un
especialista.
Hay estrategias muy eficaces para eliminar estas culpas de
nuestras vidas:
· Ser consciente de que el pasado ya pasó y no se
puede cambiar. El pasado no podemos modificarlo, sientas lo que sientas con
respecto a él. El sentimiento de culpabilidad no borrará el pasado ni hará que yo sea otra persona (en este caso sana
y sin EII). Esto ayudará a diferenciar la culpabilidad del conocimiento que
puedes sacar del pasado, solo puedes hacer las cosas diferente “hoy”. Si soy
enfermo de crohn o colitis, lo soy,
no lo puedo cambiar. Hoy haré lo que sé
que es bueno para mí para mejorar mi estado de salud pero seré consciente que
tengo una enfermedad crónica (para siempre).
· Comienza
a aceptar en ti mismo cosas que tú
has escogido pero que a cierta gente puede disgustar. Sabes cuáles son tus
limitaciones y lo que puedes hacer. Aprende a ser asertivo, a respetar a los
demás y a enseñarles que también te tienen que respetar en tus decisiones (eres
el único responsable de tus acciones).
· Enseñar a las personas que están en tu vida
a no hacerte sentir culpable por cosas que no eres o no puedes conseguir.
Informarles de en qué consiste la enfermedad y su evolución. Podrán entenderte
mejor y no exigirte cosas imposibles.
Esto te
hará vivir la enfermedad como algo natural de tu presente y el de tu
entorno (brote-momento asintomático), tomando medidas equilibradas y no
dramatizándola. Hay que desmitificar la enfermedad y normalizarla como algo que
forma parte de nosotros en algunos
momentos.
· La
culpa es una reacción personal, es
decir, nosotros tenemos el poder de controlarla si hemos entendido el mecanismo
que las produce analizando que es lo que hace que te sientas así y cambiando
los pensamientos irracionales que la generan.
Solo mediante un análisis de por qué uno se siente así, se
podrá solucionar este malestar que tanto incide en la EII. Hazte estas
preguntas:
1. ¿Cuál es la razón de que me sienta así? Hay que identificar el por qué me siento culpable de
tener esta enfermedad, basándonos en hechos reales, no en pensamientos, deseos
o imaginación.
2. ¿Quién es el /los responsable/s de lo que me está sucediendo? Hay que buscar si existe factor/es
que pueden estar involucrados en lo que está pasando.
3. ¿Cual es mi código moral? Averigua posturas que tú has elegido o te han impuesto, es
decir, analiza cual es el tipo de culpa que tienes.
4. ¿Puedo hacer algo por remediarlo? Si es que SI: hazlo; si es que NO: aceptarlo como algo que
no tiene solución en la actualidad pero se puede mejorar.
5. ¿Qué me estoy perdiendo del presente por culpa de la “culpa”? Saber cuáles son tus bloqueos en el
presente a consecuencia del pasado.
Hay veces
que se tiene un nivel de exigencia muy alto para los demás y para uno mismo y
se piensa más en lo que falta por hacer que
en lo realizado. Esto recae de nuevo en la culpabilidad sin pensar que
las cosas se hacen sin más, sin añadir la perfección en ellas. Normalmente
culpabilidad y auto estima van relacionadas: “si yo te gusto, todo está bien
pero si yo no te gusto es que hay algo en mi que no es correcto”.
Las personas
tenemos diferentes puntos de vista y
hay veces que proyectan sus frustraciones y sus deseos en nosotros. Aceptarse como uno es y aprender de los errores para vivir
mejor en el presente será de gran importancia para dejar atrás esa culpabilidad
que tanto malestar ocasiona.