Borrachera
de risas en el bohemio Trastévere…Aun esa tarde está esperando en medio de Carlos Menta
a que el olor a carbonara, permaneciese en lo alto del monumento a Víctor
Manuel, ese donde la gaviota del destino nos hizo sonreír a granel.
Parecías
un dios pagano, te faltaba la túnica de mis brazos. Menos mal que en cada
esquina los besos de gelato, sustituían las ganas de arder en Roma.
Nuestros
pasos deshacían la ciudad eterna entre admiración y el descubrimiento del
momento antiguo entre la calzada adoquinada y en monte Palatino.
El
Tíber nos acompañó hasta el castillo de esos ángeles que nos protegían desde el
cielo para indicarnos que la plaza de San Pedro, se encontraba muy cerca del
santo sueño eterno. Y esperamos a que anocheciera y que sus luces cambiaran la
perspectiva dorada del silencio en toda su armonía sincera.
Ese
día, el coliseo nos perseguía entre recovecos y guías enseñándonos la grandeza
de Flavio, historias de gladiadores y fieras, batallas navales y cuerdas que
subían el espectáculo a la arena.
Y
desde la Fontana de Trevi al Panteón de Agripa, hice que te soñara con una copa
de rosado en la mano y violines llorándome para que volviera a tu lado.
Plazas,
escalinatas, banderas con sabor a la mejor pasta y calles con detalles a ti…
Cerramos
los ojos y por un instante te perdí… Al final la luna buscó las ondas de tu
pelo allá en el puente viejo de Florencia donde tu mirada prometió al río Arno,
que no habría candados en nuestra amor libre y fue el viento quien abrió
nuestros anhelos de seguir descubriendo en lo alto de la plaza de Miguel Ángel,
que nos queremos. El David fue testigo de que un trocito de brillo quedó eterno
en las alianzas del firmamento.
Al
final, mis pestañas se enredaron en las tuyas dejando al descubierto un beso
con sabor a deseo de volver al jabalí de bronce para que se cumpliera la
fortuna de tenernos y revivir los
momentos de esa ciudad de cuento inolvidable en el sueño del nacimiento de
Venus y la poesía de la plaza de la
Señoría.
La
música de los artistas que envolvían el silencio más bello, hizo magia en
nuestro universo.
Simplemente…
te amo en el verso de tu corazón inverso, ahí, muy dentro del epicentro de
nuestros sentimientos.