jueves, 29 de abril de 2021

Un billete de ida


Un billete de ida. No espero nada más, tan solo que me leas y no me juzgues. Que me cojas de la mano y recorras nuestros recuerdos libres y soñadores que por momentos nos hicieron reencontrarnos de nuevo.

Ningún billete de vuelta. Me quedo en el silencio de los días sin palabras. En el sonido de aceptación infinita porque tú has decidido no estar, desaparecida en historias paralelas buscadas a conciencia para encajarlas en otros cuentos.

Piérdete para protegerte, pon distancia para evadirte y recorre caminos sin destino hasta agotarte y descansar.

Te dará igual recorrer mil rincones, tomar una dirección u otra...si no decides donde quieres llegar, el viaje será eterno. Es necesario parar, bajarse y reparar. Respirar en medio de la nada para volver a conectarte con la realidad que nos vuelva a unir.

Te contestaré si me preguntas pero no emitiré ningún ruido distractor de lo que somos ni fluctuaré tus referencias de apoyo para que vayas más liviana hacia lo que deseas conseguir: ser feliz. 

Mi compasión para entenderte está en el respeto para adaptarme a tu preparación, a los tiempos y a los ritmos diferentes que la vida nos va marcando. Que nadie ni nada nos empuje a un vacío. Que seamos cada una responsables de saltar cuando exista una profundidad que amortigüe el golpe y nademos en el mar de infinitas posibilidades.

Me faltaron las sobras de unas cuantas horas de reloj y me sobraron las migajas que servían de antesala de lo que nunca fuimos. Hoy me quedo con lo que reímos, con lo que lloramos, con las reflexiones indefinidas y con lo que pudimos llegar a ser.

Nunca dejaré de estar cuando así lo necesites. Mientras tanto, seguiré en el anonimato de las letras y en la no existencia metafórica que así decidiste crear para que el dolor no te duela.

Desde mi seudónimo, te escribo con tinta de amnesia y trazos de anestesia para tu corazón.