Entre obsesiones y miedos, entre la intranquilidad que rodea un futuro incierto, llega el misterio del mañana. Me gustaría que una lluvia púrpura mojara el dolor y lo transformara en paz, en calma... Que caiga como droga en las venas para paliar heridas del alma.
Solo quiero observar esa gotas violetas mientras bailas sin paraguas, impregnándote de esa imaginación que intuyo ambigua como tu respiración.
La sensibilidad de un pequeño gran gesto se manifiesta como enormes ideales en tu cabeza y te dejas llevar hacia un mundo de fantasía con olor a fresa.
La lluvia morada nos protege y al mismo tiempo nos impulsa al cambio, a la transgresión de lo diferente, a la mejora de la calidad inerte y a las palabras que salen de tus labios.
Tus moradas ojeras ríen lágrimas malvas por querer naufragar pero te enredas con las olas en lechos marinos de caracolas que forman un camino arduo en la primavera del primer invierno asiduo a esta disparatada quimera.
Yo solo quería verte, verte mojado en la lluvia púrpura, pero los tiempos cambian y tu sangre supura mi ansia por volver a evolucionar a tu lado. Sin embargo, tus pensamientos siguen desordenados y el tiempo parará tu música desesperada por un suspiro que te deje tranquilo cuando suene la lluvia púrpura en la ventana acústica de un grito vacío.
Ahora que ya te has ido y mi vacío inunda este frío cuerpo, te llamo en el tiempo que no se mueve, ese que llaman recuerdo, ese que me enseña fotografías y momentos para que siempre estés presente cuando mire al firmamento.
A mi padre... esa parte de mi que se fue volviendo a renacer en sus cenizas junto al árbol de su ermita, el árbol que mira a su pueblo desde la luna, desde el sol, Fuente Obejuna se ve ahora más hermosa que nunca, desde lo alto de su corazón...
A mi padre... esa parte de mi que se fue volviendo a renacer en sus cenizas junto al árbol de su ermita, el árbol que mira a su pueblo desde la luna, desde el sol, Fuente Obejuna se ve ahora más hermosa que nunca, desde lo alto de su corazón...