Primer domingo de mayo, día de las madres... Miles de mujeres celebran este acontecimiento para rememorar esa manera tan especial de amar, de sentir, de proteger, de admirar a seres humanos nacidos de la ilusión, de la descendencia de una parte de ellas: los hijos.
Pero hoy muy especialmente quiero hacer hincapié en esas súper madres que a pesar de padecer una enfermedad de Crohn o una Colitis Ulcerosa luchan día a día por criar, educar y querer a esos seres que de alguna forma salen del interior de sus vientres, esos vientres tan delicados, a veces tan bursátiles y tan sensibles a cualquier variación de temperatura, de alimentación y otros factores predisponentes a un brote.
Cuando una mujer se queda embarazada con una enfermedad inflamatoria intestinal, se preguntan cosas como si tendrá un embarazo normal, si deben dejar el tratamiento, si le transmitirán a su bebé la enfermedad, si le harán cesárea, si estarán a la altura de las circunstancias, etc.
Puede haber millones de historias de estas grandes heroínas sobre su papel como madres, algunas dramáticas, otras hermosas y otras de superación y fortaleza. Cualquiera de todas estas experiencias pueden reflejar que las personas que quieren ser madres, que ya lo son o que lo volverán a ser de nuevo, son damas cargadas de optimismo, de ilusión, de afán de superación y adaptación una vez más a la vida junto a la enfermedad. Una dolencia que hace que sean personas aun más especiales, madres con un alto poder de iluminación como esos faros en la noche cerrada guiando a esos barcos pequeños o grandes para protegerlos del choque de las rocas o de tempestades pasajeras. Faros que a pesar de sus grietas, de la humedad que les genera el mar y los distintos temporales a los que se enfrentan, se elevan fuertes, bellos allá donde el cielo y el océano se cruzan.
Para vosotras, que jamás apagáis vuestra luz, que giráis y giráis una y mil veces, os deseo que un proyecto tan hermoso como es el de ser madre, os ayude a afrontar la fragilidad con la que en ocasiones se vive y se acentúe la pasión con la que se siente al tener un hijo entre los brazos.
"Nadie puede echar más de menos a alguien de lo que te echo de menos a ti. Tú eres mi faro y no al revés, mi vida y mi sueño. Tu voz y el calor de tu cuerpo, tu cara desafiando al mar conmigo al lado no tiene precio. Mamá, te quiero. Hija, te adoro. Quiero tu sonrisa y tus palabras cariñosas e incluso tus enfados y tu genio indomable cuando ves el peligro. Gracias por volverme a salvar...ya lo hiciste el día que me abrazaste por primera vez. Por eso creo en ti..."
Madre e hija: Gustav Klimt
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