domingo, 11 de diciembre de 2016

Mil agujeros y una noche

Y cuando pensaba haber aprendido como he de vivir, la vida cambia, dando un giro, quizás inesperado o quizás no.

Encontrarse de nuevo con un desafío, una adversidad que vuelva a medir tu destino y las fuerzas es algo que te coge por sorpresa. No te encuentras al haberte escondido tan bien en su día. Ese miedo mirándote a los ojos fijamente y sin pestañear. Un gran vuelco al corazón sin lugar a dudas.

¡¡Dios, donde están mis fuerzas!!La próxima vez las tendré más a mano y no las esconderé tan minuciosamente por creer que ya no las voy a poder necesitar.

Pero ¿y ahora? ¿Qué hago? Si, lo se, me dices que soy una gran mujer pero en estos momentos necesito ser más bien una heroína insensible que no le afecte nada ni nadie, pero nada de eso soy, más bien una persona de carne y hueso asustada por los nuevos acontecimientos.

¿Qué camino he de escoger si no se ni si quiera a donde ir? Dímelo tú, silencio, ese que muestra el lado más oscuro de la luz que tenía antes de que el agujero me tragara. Cómo salgo de aquí si yo no quiero estar en tu profundidad?

Entiendo que para salir del agujero, tengo que entrar en él, vivirlo todo, hasta el fondo, sentirlo y experimentarlo, aunque a veces duela en la salud y en la enfermedad todos los días de esta vida tan caprichosa para finalmente poder decirle a todos: ¡¡Ey, si, yo he vivido y aquí sigo siendo la mejor versión de mi misma!!


Una vez que me adentre, solo así podré saber cómo salir y que camino coger para ello. Soy consciente que me llenaré de vísceras, tengo claro que me llevaré algún rasguño y hasta puedo intuir que veré cosas de mi misma que no me gusten pero saldré, hallaré la luz desde la penumbra del tenebroso infierno de mi interior.

No te voy a invitar que entres, solo que me acompañes desde fuera en la salida. Si escucho tu voz podré guiarme y probablemente salir antes de lo esperado. Me gustaría que estuvieras sin más para darme la mano y lanzarme una cuerda que me ayude a escalar yo sola y al final poder abrazarnos. Ese abrazo que recargue mis sentidos, que me llene el alma de mariposas cargadas de emociones y volar.

Volar y fluir. Fluir y volar para volver donde me perdí y desde ahí llegar a nacer de nuevo más segura de mi misma y con las cicatrices de guerra engalanadas de plata y oro.

Porque ahora soy y también seré aprovechando los remiendos de las miradas rotas que tanta historia tienen a sus espaldas. Porque en esa sabiduría me reforzaré siempre que lo necesite y pondré por bandera la libertad de tenerme en la más absoluta esencia.

Disculpadme si en alguna ocasión sin darme cuenta os he intentado tirar a mi agujero, no era mi intención. Tan solo deseo invitaros a que salgáis del vuestro tirándoos de cabeza a vuestra piscina con agua. Lo que no os prometo es si estará fría o caliente pero notareis un vértigo cuando toquéis fondo para después disfrutar de vuestra salida triunfal.

Juntos saldremos de mil agujeros y una noche.



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