viernes, 1 de mayo de 2020

Reflexiones en tiempos de CORONAVIRUS

Vivir sola no implica vivir en soledad y en esta temporada que nos ha tocado experimentar de estar confinados por el Covid-19, me ha dado la oportunidad de redescubrirme, relajarme, parar mi ritmo frenético de antes y fomentar el autocuidado.

La red social que tenía fuera de casa, la tengo ahora adaptada a las circunstancias. Y es que una cosa es estar sola(físicamente) y otra muy distinta es que me sienta sola(emocionalmente).

Mis hábitos los he tenido que ir tejiendo durante el primer mes por esa obligación de quedarme en casa por mi condición de población de riesgo. Ha sido uno de los factores que me han proporcionado estabilidad, tranquilidad y bienestar. Marcarme algunas metas a corto- medio plazo, con una perspectiva quincenal, ha hecho que pueda haberme adaptado adecuadamente.


Al final, experiencias pasadas como estar ingresada durante varios meses o en otras ocasiones, guardar reposo en el domicilio, me han ayudado a relativizar y adaptarme más rápido en estos tiempos de coronavirus. El objetivo es el mismo: cuidar de mi salud y automáticamente la salud de los demás.


Y llega la famosa desescalada en 4 fases y observo como el resto van saliendo escalonadamente,poco a poco mientras soy consciente desde la ventana, que yo ni si quiera estoy dentro de esas fases por mi condición de paciente inmunodeprimida. 


Haciendo un símil, es como cuando estaba hace años ingresada en el hospital y la compañera que estaba en la cama de al lado, se iba antes que yo con el alta hospitalaria entre sus manos y esa ilusión que se tiene cuando tu médico te da la noticia de que puedes irte sin riesgos puesto que la sintomatología está controlada. Y sonrío, me alegro por ella y suspiro. Ese suspiro de melancolía con mezcla de tristeza porque no es el momento aun de estar preparada para salir.


Parece que la vida en general es cíclica como lo son las horas, los meses, las estaciones...Algunos días estoy arriba y otros estoy abajo...La vida, mi vida, tu vida es continuo movimiento.


Y finalizo como he empezado. Vivir sola no implica vivir en soledad porque el estado de alarma me ha dado la oportunidad de generar cambios en forma de rueda para entender que mis inviernos más tristes los he puesto en cuarentena dando paso a la esperanza  de una primavera y sus vaivenes que me preparará un próximo verano lleno de buenas expectativas y soles dispuestos a calentar las almas más congeladas.


Validemos nuestro estado anímico todos los días como el termómetro mide nuestra temperatura corporal para así poder hacer frente según estemos preparados, a las decisiones del día a día y así encontrar el bienestar.


Para ser feliz he optado cuidarme, protegerme, mimarme y dejar que me mimen solicitando la ayuda que vaya pudiendo necesitar a mi entorno más próximo, grupo de voluntarios y la solidaridad en general que sigue existiendo en esta sociedad.

El resto de los enojos enmascarados de tristeza en algunas personas me sobra y no los quiero. Está contraindicado con este tratamiento recomendado por vía intravenosa directo al corazón mental. Esa es mi determinación hoy.

Ojalá mis palabras puedan llegar a ser ese consuelo de aquellos enojados y enojadas contagiados de tanta desesperanza sin tener contacto directo conmigo, solo con mis palabras, esas que ahora se puedan leer y contagien evolución circular en estados de progresos.


"A ti, por ser incondicionalmente el camino a unos nuevos pasos donde la sombra de tus alas me acompañarán en la salida"





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